y es como si no existiera la gripe de dios;
y existe y es verdad y la providencia
doblará tus rodillas al filo de la noche.
Invento para cadenas; remos para los esclavos
del tiempo; control del espacio de viejas que
lloran en confesionarios llenos de esperma.
Rotos, ellos, confiando en las tablas gritan:
"Somos más libres", mientras la soga forma
la llaga; y la llaga rompe la vena que infecta
la sangre del lamepisos que quiebra la baldosa
de su iglesia a fuerza de rezar.
La gripe se extiende y dios estornuda cada vez
más fuerte. El moco de dios, lo llaman; la peste
de las cavernas, la llaman; la ira del comeniños
que roe el diente recién caído.
Y yo, impasible, miro la enfermedad que ha
asolado ciudades, cerebros y razones..., sin letra.
¡Teme la gripe de dios en tu alcoba o muere
estornudando su costra divina! Yo, antes, muerto.